La única magia que tengo es la de nombrar.
Nombrar los sueños, las ideas.
Es una gran magia. Soñar nombrando es el primer paso.
Imaginarlo.
Plantearlo.
Después, hace falta creérnoslo para creárnoslo.
Pero en eso también soy experta.
Aprendí en el camino.
Entre soñar y realizar, y todos los dolores que pasaron por en medio. También todas las risas.
Porque soñar es seguro, volver realidad los sueños es un país distinto. Uno en el que todo puede pasar, y en el que además: todo termina pasando.
Por eso me gusta nombrar.
Por eso me gusta preguntar.
Porque tengo el don de crear.
Crear mundos nuevos, veredas floridas. Caminos de dios.
Creadora de los pájaros que cantan de noche y observadora de todo lo demás.